13/4/10

algún domingo

Aceptar la muerte. Aprender a morir, a pasar al más allá como una serpiente cambia de piel o un ciervo deja caer sus cuernos viejos.

¿Pero dónde está Lucrecio cuando una obsesionada te amenaza de muerte? ¿Habrá sentido alguna vez el vértigo de ser en cualquier momento carne del absurdo? ¿Acaso lo sentís vos? Pero en algo tiene razón, para qué se lo vamos a negar… Al final, tarde, temprano, ya, o aprendemos a morir o somos días enteros de agonía al reverendo vicio.

Creo en un más allá. No temo morir. Mi inquietud es otra… ¿En qué consiste sentarme nueve días para aprobar los primeros dos parciales del segundo semestre de Letras? Digo, ¿Qué es tanto esfuerzo pesado en la balanza con el absurdo? Quitemos a la loca si quieren, pensemos en una guerra por petróleo: ¿? O peor: un resbalón en la ducha. Un asesino a sueldo que se equivoque de domicilio. El típico piano que se descuelga del piso trece. Ahogarse con un estornudo. Hay dos hipótesis de sentido (mientras dure esta media hora de ciber):

a) Todo lo que hacemos termina en una muerte que no es menos absurda que la muerte de un mosquito.

o…

b) Todo lo que hacemos es tan trascendental y fuera de nuestro razonamiento como la muerte de un mosquito.

Yo también creo como Montaigne que si alguna vez la naturaleza se compadece en abrirse y mostrarnos sus guías de funcionamiento, nos caemos de culo.

Sí, y eso es todo. Vivir/Morir tranquilo (como si fuera cierto).

¿Como si fuera cierto qué? Ves, siempre me dejás picando estupideces por el estilo. Que molestos me parecen los que saben. Autosasitfactoria complacencia de creer saberlo TODO. ¡Ah… soberbio! Qué. ¿Qué querés saber?

No ves que ni esto es un monitor, y tampoco este diálogo existe más que en signos que les ponemos a las cosas para creer que las vemos…

Sí, ya se que lo sabés. También sé que lo contás en un asado para hacerte el pistola. Lo sabés pero no podés ver más allá de esos signos chotos, rótulos de mierda que le ponemos a cosas de las que nada, nada de nada sabemos. ¡Ayy, Mario...! Si es la tercera vuelta que le das a esta plaza y nada baja tu panza que se alimenta de tu imaginario, ¡porque no estás gordo, Gordo! ¡Lo que pasa es que el resto está flaco!

¡ves que no sabemos nada! Vos ni ese gordo. Y yo peor, porque estoy completamente ciego, mirame, te analizo por no poder mirarme, ¿qué bonito, eh?

Si sabemos que nos vamos, ahora ¿qué hacemos? Vos corré (si te da la gana). Yo por ahora me voy a un lugar más lindo, me pudre el olor a abandono que tiene esta caverna repodrida y meada por cada barbudo empecinado en darla vuelta como una media, y quien más quien menos se pasan las tardes mirando como el resto corre en la plaza. Un poquito en cada lado, ¿no?

12/3/09

Afiches


Los Testigos de Jehová que te convencieron (a vos y al de la vuelta), de limpiar el taller, de tirar todos esos afiches “escandalosos”… y los pendejos que van por el frente, con esos rollos de papel abajo del brazo, son los mismos. Son los hijos de la paya.


¡Y ni se te ocurra decirles nada! Para mí te vieron la cara y se los tienen bien merecidos.


10/3/09

La Vez Que Fui Caballero

Desde que decidí agarrar esa empanada sabía que a corto plazo, me iba a jugar una mala pasada.

Chau, gracias por venir, la misma de siempre.

Auto, con novia adentro.

Tripas que hablan sin mi autorización.

El retortijón acusaba un flato que enardecido buscaba mi ano, necesitaba salir, lo entiendo, no lo juzgo, pero no acá, no con mi novia enfrente.

Río Ceballos Córdoba fue la ruta del calvario.

Tengo las manos frías y no entiendo nada de lo que mi novia me habla, mi cabeza está en mi colon, y el auto en colon y general paz. Tránsito lento.

Casa. Amor: voy al baño.

Por fin una historia con final feliz.


G.M. (Kirk D.)